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Arquitectos: Diego Villarroel
- Área: 78 m²
- Año: 2022
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Fotografías:Victor Letelier, Diego Villarroel
El Otro Cielo es un pabellón ubicado en el patio lateral de un antiguo templo católico perteneciente a la comunidad religiosa de Santa Amalia del Sauce, en la Región del Maule, Chile. La propuesta se instala como un soporte temporal que responde a la emergencia sanitaria del covid 19 mediante una estructura circular de 10 metros de diámetro que contiene en su interior un pequeño jardín formado por preexistencias y la incorporación de nuevas especies naturales.
Este nuevo espacio permite soportar las actividades colectivas de la parroquia, sirviendo además como un lugar para conectarse con el silencio y la vegetación. A través de su altura la obra se contrapone con la atmósfera interior de la iglesia ya que en este caso el pabellón se encuentra al aire libre y limita con el cielo.
El perímetro del pabellón se compone mediante una frágil estructura de madera revestida con malla raschel color blanco. Cada marco de madera de pino bruto de 2x2 pulgadas descansa en el terreno natural por medio de estacas de fierro estriado inyectadas 70 cm bajo el suelo. Esta solución evita la construcción de fundaciones, disminuyendo significativamente el presupuesto. La expresión formal del pabellón busca destacar a la estructura como el resultado final de la arquitectura, evitando usar revestimientos que oculten las fuerzas y el comportamiento que la madera realiza en su afán de conseguir estabilidad y armonía estética.
La obra es un manifiesto constructivo que propone la posibilidad de concebir una arquitectura de bajo costo, pero de gran impacto a partir de la madera. El proyecto reconoce una cultura material propia del paisaje rural maulino, poniendo en valor los sistemas constructivos locales; como galpones, invernaderos o gallineros de madera.
Finalmente, la obra ofrece una experiencia de contemplación y aprendizaje en torno a la vegetación del lugar y sus sistemas. Su estructura perimetral asistida por un sistema de riego junto la distribución de hiedras trepadoras, busca integrar a la naturaleza como parte de la obra, planteando una obsolescencia controlada en el tiempo a partir del reemplazo de la malla raschel por un manto vegetal que largo plazo cubrirá toda la estructura.